La resurrección de Jesús es uno de los eventos centrales en la fe cristiana. Según los evangelios, después de su crucifixión y muerte, Jesús resucitó al tercer día y se apareció a sus seguidores. Sin embargo, en medio de esta narrativa, hay un apóstol que se destaca por su ausencia en el momento de la resurrección: Tomás, también conocido como “el incrédulo”.
Exploraremos la historia de Tomás y su papel en la resurrección de Jesús. Descubriremos por qué no estaba presente cuando Jesús se apareció a los demás apóstoles y cuál fue su reacción cuando finalmente se encontró con el resucitado. Además, analizaremos el significado teológico de la duda de Tomás y cómo su experiencia puede resonar en la vida de los creyentes hoy en día.
El apóstol ausente en la resurrección de Jesús fue Tomás
El apóstol ausente en la resurrección de Jesús fue Tomás. Según el relato bíblico, después de la crucifixión de Jesús, los discípulos estaban llenos de tristeza y temor. Sin embargo, en el primer encuentro de Jesús resucitado con sus discípulos, Tomás no estaba presente.
Tomás, también conocido como “el incrédulo”, había sido uno de los doce apóstoles de Jesús. Sin embargo, en este momento crucial, no estaba con los demás discípulos. La razón de su ausencia no se menciona en la Biblia, pero podemos imaginar que posiblemente estaba demasiado abrumado por el dolor y la desesperanza para reunirse con los demás.
El resto de los discípulos le contó a Tomás que habían visto al Señor resucitado. Sin embargo, Tomás se mostró escéptico y declaró que no creería a menos que pudiera ver y tocar las heridas de Jesús. Esta actitud de incredulidad le valió el apodo de “incrédulo”.
No fue hasta ocho días después, cuando los discípulos estaban reunidos nuevamente, que Tomás finalmente tuvo la oportunidad de ver a Jesús. En este encuentro, Jesús se le apareció y le ofreció a Tomás la oportunidad de tocar sus heridas. Tomás, al ver y tocar las heridas de Jesús, exclamó: “¡Señor mío y Dios mío!”.
Este episodio nos muestra la importancia de la fe y la confianza en la resurrección de Jesús. A pesar de su incredulidad inicial, Tomás fue testigo de la realidad de la resurrección y se convirtió en uno de los primeros en declarar la divinidad de Jesús.
La ausencia de Tomás en el primer encuentro con Jesús resucitado nos enseña que incluso aquellos que dudan y se alejan pueden encontrar la fe y la certeza en la resurrección. La historia de Tomás nos anima a buscar evidencias de la resurrección y a no tener miedo de expresar nuestras dudas y preguntas.
Tomás no estaba presente cuando Jesús se apareció a los otros discípulos después de su resurrección
Según el relato bíblico, Tomás, uno de los doce apóstoles de Jesús, no estaba presente cuando Jesús se apareció a los otros discípulos después de su resurrección. Esta ausencia de Tomás en ese momento clave ha llevado a que se le conozca como “Tomás el incrédulo“.
En el evangelio de Juan, se narra cómo los discípulos estaban reunidos en un lugar cerrado, temerosos de los judíos, cuando Jesús se les apareció. Sin embargo, Tomás no estaba con ellos en ese momento.
El texto dice: “Estaban, pues, reunidos los discípulos, y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros” (Juan 20:26, RVR1960).
Aunque no se nos dice la razón exacta por la cual Tomás no estaba con los otros discípulos, podemos especular que tal vez estaba ocupado o que simplemente no estaba presente en ese momento. Sin embargo, lo importante es destacar la reacción de Tomás cuando los demás discípulos le cuentan que Jesús se ha aparecido a ellos.
Tomás muestra incredulidad ante la noticia y dice: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, y meto mi dedo en el lugar de los clavos, y meto mi mano en su costado, no creeré” (Juan 20:25, RVR1960).
Es en este contexto que se origina la famosa expresión “Tomás el incrédulo“. Tomás necesita pruebas tangibles para creer en la resurrección de Jesús. Sin embargo, Jesús no reprende a Tomás por su incredulidad, sino que se le aparece nuevamente y le invita a tocar sus heridas.
El texto continúa diciendo: “Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente” (Juan 20:27, RVR1960).
Tomás, al ver y tocar las heridas de Jesús, exclama: “¡Señor mío y Dios mío!” (Juan 20:28, RVR1960). Esta confesión de fe muestra que Tomás ha superado su incredulidad y reconoce a Jesús como su Señor y Dios.
A través de este relato, podemos aprender varias lecciones. En primer lugar, podemos ver que Dios entiende nuestras dudas y preguntas. No reprende a Tomás, sino que le ofrece las pruebas que necesita para creer.
En segundo lugar, podemos aprender que la fe no se basa únicamente en la evidencia tangible. Si bien Tomás necesitaba ver y tocar las heridas de Jesús para creer, Jesús dice: “Bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Juan 20:29, RVR1960).
Esto nos recuerda que la fe es creer en lo que no vemos, confiar en la palabra de Dios y en las promesas que nos ha dado. No necesitamos pruebas físicas para creer en la resurrección de Jesús, sino que podemos confiar en su palabra y en el testimonio de aquellos que fueron testigos presenciales de su resurrección.
La ausencia de Tomás en la resurrección de Jesús nos enseña la importancia de la fe, la comprensión de nuestras dudas y preguntas, y el poder transformador de encontrarse con Jesús. Tomás pasó de ser “el incrédulo” a reconocer a Jesús como su Señor y Dios.
Tomás expresó su incredulidad y dijo que no creería hasta que viera las marcas de los clavos en las manos de Jesús
En el relato bíblico de la resurrección de Jesús, se menciona a un apóstol que se destaca por su incredulidad y su necesidad de pruebas tangibles para creer en la resurrección de su Maestro. Este apóstol es conocido como Tomás, y su historia es una lección valiosa sobre la importancia de la fe.
Después de la crucifixión de Jesús, los discípulos se encontraban en un estado de confusión y tristeza. Sin embargo, el Señor resucitado se les apareció y les mostró sus manos y su costado, confirmando así su victoria sobre la muerte. Pero Tomás no estaba presente en ese momento y, cuando sus compañeros le contaron lo sucedido, él expresó su incredulidad y afirmó que no creería hasta que pudiera ver y tocar las marcas de los clavos en las manos de Jesús.
Una semana después, Jesús se apareció nuevamente a los discípulos, incluyendo a Tomás. Esta vez, el Señor se dirigió directamente a él y le invitó a tocar sus heridas. Jesús le dijo: “Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente” (Juan 20:27). Tomás, al ver y tocar las marcas de los clavos en las manos de Jesús, exclamó: “¡Señor mío, y Dios mío!” (Juan 20:28).
Este encuentro entre Jesús y Tomás es un claro ejemplo de la misericordia y la paciencia de nuestro Señor. A pesar de la incredulidad de Tomás, Jesús no lo rechazó ni lo condenó. En lugar de eso, le dio la oportunidad de experimentar la realidad de su resurrección y le ofreció las pruebas que necesitaba para creer.
La historia de Tomás también nos enseña la importancia de la fe. Jesús dijo a Tomás: “Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Juan 20:29). Aunque no podemos ver a Jesús físicamente como Tomás lo hizo, podemos creer en él y en su resurrección a través de la fe. La fe es la certeza de lo que no se ve (Hebreos 11:1) y nos permite experimentar una relación profunda con nuestro Salvador.
La historia de Tomás nos recuerda la importancia de creer en la resurrección de Jesús, incluso cuando no podemos verlo con nuestros propios ojos. Como Tomás, podemos tener nuestras dudas y preguntas, pero Jesús está dispuesto a responderlas y fortalecer nuestra fe. Que podamos seguir el ejemplo de Tomás al acercarnos a Jesús con nuestras dudas y permitirle mostrarnos la realidad de su resurrección en nuestras vidas.
Jesús luego se apareció a Tomás y le mostró las heridas en sus manos, lo que hizo que Tomás creyera
Después de la resurrección de Jesús, hubo un apóstol que no estuvo presente en ese momento tan trascendental. Este apóstol fue Tomás, quien no creyó en la resurrección de Jesús hasta que no vio con sus propios ojos las heridas en las manos del Señor.
En el Evangelio de Juan, se relata que Jesús se apareció a sus discípulos, pero Tomás no se encontraba con ellos en ese momento. Cuando los demás apóstoles le contaron que habían visto al Señor resucitado, Tomás expresó su incredulidad y dijo: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, y meto mi dedo en el lugar de los clavos, y meto mi mano en su costado, no creeré” (Juan 20:25).
Una semana después, Jesús se apareció nuevamente en medio de sus discípulos y esta vez Tomás sí estaba presente. Jesús le dijo a Tomás: “Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente” (Juan 20:27). En ese momento, Tomás quedó impactado al ver las heridas de Jesús y exclamó: “¡Señor mío y Dios mío!” (Juan 20:28).
Este episodio nos muestra la importancia de la fe y la necesidad de ver para creer en muchas personas. Tomás necesitaba evidencias tangibles para poder creer en la resurrección de Jesús. Sin embargo, Jesús le dijo: “Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Juan 20:29).
En este pasaje bíblico, Jesús también nos enseña que la fe no se basa en pruebas físicas, sino en una relación personal con Él. Aunque no podamos ver físicamente las heridas de Jesús, podemos creer en su resurrección y en su poder transformador en nuestras vidas.
La historia de Tomás nos recuerda la importancia de la fe y nos anima a creer en Jesús, aunque no podamos verlo con nuestros propios ojos. Jesús está presente en nuestras vidas, dispuesto a revelarse a aquellos que buscan una relación personal con Él. Que podamos ser como los bienaventurados a quienes Jesús se refirió, aquellos que creen sin necesidad de ver.
A partir de entonces, Tomás se convirtió en un firme creyente en la resurrección de Jesús
Tomás, uno de los doce apóstoles de Jesús, no estuvo presente cuando Jesús se apareció por primera vez a sus discípulos después de su resurrección. Este hecho llevó a Tomás a dudar de la realidad de la resurrección de Jesús.
Sin embargo, una semana después, Jesús se apareció nuevamente a sus discípulos, y esta vez Tomás estaba presente. Jesús sabía de las dudas de Tomás y se dirigió directamente a él. Jesús le mostró las heridas en sus manos y en su costado, recordándole a Tomás que él también había sido testigo de su crucifixión. Al ver las pruebas tangibles de la resurrección de Jesús, Tomás exclamó: “¡Señor mío y Dios mío!”.
La experiencia de Tomás es un recordatorio de la importancia de la fe en la resurrección de Jesús. Aunque no estuvo presente en el momento de la aparición inicial, Tomás tuvo la oportunidad de presenciar la realidad de la resurrección de Jesús de manera personal y directa. Su duda inicial se convirtió en una profunda convicción.
La resurrección de Jesús es un evento central en el cristianismo. Es la prueba definitiva de su divinidad y del poder de Dios sobre la muerte. A través de la resurrección, Jesús venció el pecado y la muerte, abriendo el camino hacia la vida eterna para todos aquellos que creen en él.
La historia de Tomás nos enseña que incluso aquellos que dudan tienen la oportunidad de encontrar la fe. Jesús no rechazó a Tomás por sus dudas, sino que le dio las pruebas que necesitaba. Del mismo modo, hoy en día, podemos buscar y encontrar evidencias de la resurrección de Jesús a través de la Palabra de Dios y de testimonios históricos.
La historia de Tomás es un recordatorio de la importancia de creer en la resurrección de Jesús. Aunque no estuvo presente en la aparición inicial, Tomás tuvo la oportunidad de presenciar la realidad de la resurrección de Jesús y su duda se convirtió en una profunda convicción. La resurrección de Jesús es la base de nuestra fe y nos ofrece la esperanza de la vida eterna.
Preguntas frecuentes
1. ¿Cuál fue el apóstol ausente durante la resurrección de Jesús?
El apóstol ausente durante la resurrección de Jesús fue Tomás.
2. ¿Por qué Tomás no estaba presente en la resurrección de Jesús?
No se sabe con certeza por qué Tomás no estaba presente en ese momento.
3. ¿Cómo reaccionó Tomás cuando le contaron sobre la resurrección de Jesús?
Tomás no creyó en la resurrección de Jesús hasta que pudo ver y tocar las heridas en su cuerpo.
4. ¿Qué le dijo Jesús a Tomás cuando finalmente se encontraron?
Jesús le dijo a Tomás: “Porque me has visto, has creído; dichosos los que no han visto y han creído”.